Sentada con mi destino y acompañada de esas miradas extrañas, vamos avanzando, al frente las tranquilas aguas del río que no termina y que cubre las miradas de aquellos que aquí van, cada cual con su vida y yo en silencio trato de dejar plasmado este cotidiano viaje, a ratos miro por el espacio donde llega la luz, y por un instante observo el pasado, un antiguo amor, ya se fue, porque avanzamos como el viento, con prisa y sin mirar atrás.
Suena la melodía de este viaje, escucho a ratos notas suaves y lentas agradable a mi oídos.Al costado un hombre y una hoja, concentrado en las pequeñas letras, tranquilo, sin preocupación.
A mi lado alguien de mi edad, dueño de los paisajes que se asoman, escuchando su propia melodía, ni hablarle, no me escucharía tal vez.
Avanzamos y yo avanzo una hoja mas, se asoma el corazón de la ciudad queda menos, ni mirar el reloj, llevo minutos de atrasos, pero no preocupación.
Parece que el destino de mi acompañante es el mismo mio, aun no lo sé, porque sigue aquí, en segundos seguimos avanzando, y el ya no esta aquí, llego a su destino, y me cedió la ventana sin saber nada mas de aquel desconocido acompañante, así es la vida, cada mañana, como el sol que viene y se va, como este corto destino con miles de detalles, miles de historias que terminan sin terminar y yo termino aquí, deteniendo mi mañana y mi viaje en el paradero de siempre
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